Vigila tus creencias porque… se contagian.

Vamos abordar este tema de forma concreta y con un ejemplo claro.

Me encontraba en una clase de gimnasia y al terminar, salí fuera porque quería respirar aire de la calle, quería ver el cielo. Salí con mis mallas piratas y mi camiseta de tirantes, este mismo mes de diciembre. Yo estaba muy tranquila y feliz de poder tomarme unos minutos allí, apoyada en la valla y sintiendo el aire en mi cara. Entonces, varias participantes de la clase fueron saliendo, con sus chaquetas y sus pantalones largo. Imaginaos qué fue lo que me dijeron… «¡¡¡ Te vas a resfriar!!!. Si te quedas así, aquí fuera, te vas a resfriar.»

Yo me reía por dentro, ya que cada vez que salía una participante y escuchaba esos comentarios, también terminaba por decirme lo mismo. Esa creencia se fue contagiando tanto que, hasta la persona con la que estaba hablando, que parecía ajena a todos esos comentarios, me sugirió que me metiera en clase. Entonces le dije: «Esa es una creencia limitante» y nos reímos.

No me resfrié porque en mi mente esa posibilidad no existía. Aunque sí sé que esa creencia me la podría haber creído sino fuera por la firme convicción que me sustentaba.

Éste es sólo un ejemplo de los múltiples ejemplos que, si te paras a recordar, seguro que te vienen a la mente. Esta perfecto contagiarse de una creencia si realmente deseas hacerlo, pero para eso hay que ser consciente de qué creencia y convicción te sustenta. No cambiaría mis convicciones sino fueran por unas más poderosas y enérgicas de las que ahora poseo. Esa es mi filosofía y normalmente, las creencias debilitadoras y limitantes son las de más fácil contagio.

Si vemos en la pizarra escrito:  1+1 =2;   2+2=4;   3+3=6;   4+4=9.

Seguramente lo primero que nos venga a la mente es que 4+4 no son 9. Y si estuviéramos en un grupo como esto ocurre, seguramente una persona diría en voz alta: «¡Está mal!» y después todas las demás.

Este es un ejemplo de que pasamos por alto la grandeza de las tres operaciones hechas y que sí están bien (1+1=2;   2+2=4; y  3+3=6). Nos fijamos en el error y no en la valoración y aprobación y eso que hay más operaciones bien hechas… ¿En qué te fijas?… ¿Qué apruebas?… ¿Y de qué te contagias?…

 

«El contagio de los prejuicios hace creer muchas veces en la dificultad de las cosas que no tienen nada de difíciles.»

-Pío Baroja.

 

«Como el contagio de una enfermedad, el contagio de la confianza puede generar más confianza.»

– Marianne Moore.

 

 

 

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